viernes, junio 27

Poder decir adiós es crecer...



No se si sea cierto lo que la propuesta de este título sugiere, pero lo que sí es cierto es que las despedidas son demasiado dolorosas cuando se han vivido los sueños con aquellas personas que, de a poco, han sabido ser parte de nuestras vidas con el solo hecho de compartir el espacio.

Me cuesta mucho decir adiós, me cuesta demasiado dejar atrás tantos momentos vividos, tantas sonrisas y lágrimas compartidas... la experiencia acumulada durante este año me deja el buen sabor de boca de la amistad y la calidez humana que solo aquí he podido encontrar. Se dejan de lado los malos ratos, los conflictos y muchas veces el aburrimiento que en ocasiones el trabajo provoca en nosotros, y solo se acumulan aquellas experiencias que hacen que nos de miedo dejar atrás lo que ya se conoce...

Definitivamente me cuesta dejar de ver los rostros de aquellos a quienes vi durante un año, pero que parecería ser que conozco de toda la vida, de aquellos con quienes compartí las horas de oficina, pero que también parecería ser que son parte de mi familia. Aquellos amigos que fueron parte de mis éxitos y fracasos, de mis frustraciones y mis alegrías... aquellos amigos y compañeros que supieron consolarme cuando me sentí desfallecer y darme la fuerza para seguir caminando... Simplemente no existen palabras que describan la manera cómo me estoy sintiendo, parecería ser que me estoy desprendiendo de una parte de mi vida... pero así es esto, hay que seguir caminando, conociendo, experimentando, cerrando círculos para abrir otros.. todo esto con el objeto de crecer... o al menos eso dicen aquellos quienes ya han pasado por esto.

3 comentarios:

the lines on my face dijo...

pues si, cerrar círculos, aunque no sabemos si son círculos, y pues si son buenas y verdaderas amistades siempre hay tiempo para volverse a ver...
Muchos saludos y abrazos

Manolo dijo...

Es duro, pero hace falta valor...

y valor tuvieron los de la Liga,
felicidades campeones.. ajúa!

Neurax dijo...

A mi no es que me cueste, es que no me gusta nada. Es como algo artificial que se tiene que decir en esos momentos a modo de pausa político-emocional. ¿Para qué decir adiós si antes de que te des cuenta podrías volver a decir hola?

Saludos