La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida... o de cómo descubrí que las leyes de Murphy son reales

Es increíble cómo hay días en los que parece que todo se confabula en nuestra contra. Por lo general no me caracterizo por ser una persona que se queja constantemente de su suerte, pero el día de ayer me dieron ganas de gritar a los cuatro vientos ¡¡¿Por qué a miiii?!!!!!!!!!!!...

Resulta que en la mañana la rutina de trabajo, lejos de ser agradable y amena como siempre, fue bastante desagradable. Creo que a nadie le gustaría descubrir a una persona en delito flagrante y, mucho menos, que aquella persona le diga en su cara que todo lo que dice se dice de él es mentira. Si eso les llega a pasar, asegúrense de tener toda la información que pueda corroborar dicha situación, ya que lo más probable es que el denominado delincuente quiera a toda costa "limpiar su nombre" mediante amenazas; pero por sobre todo, hundir a todos consigo. Menos mal, a pesar de las circunstancias, todo salió a favor de los que no hicimos nunca nada malo.

Una vez terminada la "inusual" jornada de trabajo, lo único que quería era llegar a descansar tranquilamente en mi casa. Pero, claro, era imprescindible que aquella ley de Murphy que dice que si algo puede salir mal, saldrá mal (o algo así), tenía que comprobarse de manera empírica conmigo. Como mi casa está ubicada en uno de los valles de Quito (Cumbayá), y dadas las lluvias que han puesto en peligro todas las vías de acceso de mi ciudad, tuve que recorrer el camino más largo y demorarme más de dos horas en llegar. Mientras esperaba la llegada del bus que baja al valle, presencié cómo una mujer le reclamaba a su pareja el hecho de serle infiel delante de mi. Como jámas me hubiera imaginado que ella le reclamaría con golpes y dado que mi instinto de esquivarlos está algo atrofiado, la que lo recibió fui yo pues el infiel en cuestión se escudó detrás de mí. Tras recobrarme de semejante porrazo, obviamente lo que hice fue reclamarle a la mujer su falta de puntería, y lo único que pude oir fue ¡¡¡¿Y tú para qué te me atraviesas?!!!...

Con cara de signo de interrogación y algo de indignación, me retiré de la escena y subí a mi bus. Pensé que todo terminaría ahí y que el descanso que tanto buscaba estaba cerca, pero no, algo más tendría que ocurrir. Cuando el bus comenzó a salir de la terminal, y estando como a unas cuatro cuadras, se comenzó a incendiar, no a hechar humo, no a dejar de caminar, SE COMENZÓ A INCENDIAR!!!!!, asustada y con cara de WTF?????!!!!!, bajé corriendo y lo único que se me cruzaba por la cabeza era ¡¡¡¡¿¿¿Por qué a mi???!!!!... Pero bueno, supongo que estas cosas deben pasarle a alguien de vez en cuando, no? (:S)